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Semblanza de nuestra fundadora

Madre Alfons María - Elizabeth Eppinger (1814 – 1867)

Elizabeth Eppinger nació el 9 de septiembre de 1814 en Niederbronn, una estación termal en el norte de Alsacia. Es la primera hija de pequeños agricultores, diez hermanos y hermanas seguirán. La nena crece en las modestas condiciones de su familia, su parroquia y su pueblo.

Durante su juventud y la temprana adultez, le afectan varias enfermedades. En los años de enfermedad, Elizabeth vive experiencias espirituales profundas. Aproximadamente a partir del año 1846, esto se hace público. Juan David Reichard, desde 1823 el cura de la parroquia católica de Niederbronn, será el testigo preferido de todos los sucesos. Mons. Andrés Raess, Obispo de Estrasburgo desde 1842 hasta 1887, se interesa por todo lo que concierne a Elizabeth. Viene personalmente a Niederbronn en el mes de julio de 1848, y está convencido de que la joven está destinada a algo particular. Atraída a contemplar a Jesús, su vida y su Pasión, Elizabeth descubre cuanto Dios ama a todos los hombres.

Sabe por su propia experiencia que el sufrimiento puede ser obstáculo a encontrar a este amor. Por eso, se siente impulsada a consagrarse a Dios y a ayudar a los hombres en sus necesidades del cuerpo y del alma. En el transcurso del año 1848, llega a la conclusión de que debe fundar un instituto religioso, con el apoyo del párroco de su pueblo. Con una fe profunda, el Padre Reichard se compromete en la realización de este proyecto que el obispo también ha aprobado.

Hacer experimentar el amor de Dios: En el contexto de los trastornos socio-políticos del siglo XIX, esto significa: comprometerse con su vida para responder a los anhelos profundos de la gente: la ansía de reconocimiento y dignidad, de paz y felicidad. En la época de entonces, muchos fundadores de institutos de vida religiosa tienen esta visión. Es también la inspiración que anima la primera comunidad creada por Elizabeth Eppinger, con algunas jóvenes compañeras, el 28 de agosto de 1849 en Niederbronn.

Las primeras acciones ya manifiestan la orientación de la comunidad: Las Hermanas se ocupan de los pobres, cuidan los enfermos en sus domicilios, se dedican a niños abandonados, - se preocupan por los necesitados de toda clase – por la salvación de todo el hombre, sin preguntar que sea su prestigio, su origen y su religión. Elizabeth Eppinger, ahora Madre Alfons María, es la primera Superiora General. El instituto religioso se abre a una creciente diversidad de condiciones de vida, de culturas y de necesidades.

La Congregación de la “Hijas (más tarde: Hermanas) del Divino Redentor” será aprobada por la Iglesia en el año 1866.

En el mes de julio de 1867, la Madre Alfons María fallece.

Lo que permanece es su testimonio -
fruto de la Gracia dentro de un corazón disponible para el Amor de Dios.